viernes, 17 de junio de 2016

obras de teatro cortas

CAPERUCITA ROJA

Narrador: Había una vez hermosa niña llamada Caperucita Roja…

Madre: Caperucita, la abuela está enferma. Sé una buena niña y llévale esta canasta de comida.

Caperucita: De acuerdo, mami.

Madre: Aquí tienes un pastel, algo de pan y miel.

Caperucita: Ya mismo la llevo, seguiré el sendero del bosque.

Madre: Sí. Por favor ve directo a casa de la Abuela y ¡no hables con ningún extraño!.

Narrador: Caperucita se desvía un poco del camino recogiendo flores para su Abuelita cuando se encuentra con un Lobo…

Lobo: ¿Hacia dónde vas, pequeña?

Caperucita: A visitar a mi Abuelita que está enferma. Vive al otro lado del bosque.

Lobo: Deja que te acompañe. Este bosque es muy peligroso.

Caperucita: ¡Gracias! Es usted muy amable, Sr. Lobo, pero mi madre me ha dicho que no hable con extraños.

Lobo: Esta bien dulce niña, pero ten cuidado en tu camino.

Narrador: El lobo se aleja entre los árboles y Caperucita continua recogiendo flores. Pero mientras reúne suficientes para formar un hermoso ramo, el hábil Lobo corrió a la casa de la abuela y golpeó a su puerta…

Abuelita: ¿Quién es?.

Lobo: Soy Caperucita, te he traído comida.

Abuelita: ¡Ah! entra, querida. Estoy en cama.

Lobo: Hola Abuelita. ¡¡¡¡Sorrrrrrpresa!!!!.

Abuelita: ¡Ohhhh! ¡¡¡¡Socorro!!!! ¡¡¡¡Socorro!!!!.

Narrador: Pero el Lobo se devoró a la Abuelita en un instante, se vistió con sus ropas y se metió en la cama. Caperucita Roja golpeó a la puerta…

Lobo:¿Quién es?

Caperucita: Soy yo, tu nietecita.

Lobo: Entra, querida.

Caperucita: ¡Hola! Ohhh, Abuelita, ¡¡qué ojos tan grandes tienes!!

Lobo: Para verte mejor, tesoro.

Caperucita: Y Abuelita, ¡¡qué brazos tan largos tienes!!

Lobo: Para abrazarte mejor, tesoro.

Caperucita: Pero Abuelita, ¡¡qué dientes tan grandes tienes!!

Lobo: ¡¡Para COMERTE mejor, tesoro!!

Narrador: Y el Lobo se devoró a Caperucita Roja en un parpadeo. Estaba tan satisfecho que pronto se quedó dormido y empezó a roncar ruidosamente. Esos sonidos llamaron la atención de un Leñador que pasaba y echó un vistazo para averiguar… así fue que el valiente Leñador entró, a la casa de la abuela y al ver al lobo con la panza hinchada y dormido sobre de la cama de la abuela vistiendo sus ropas, le abrió la barriga y, de un salto, salieron la Abuelita y Caperucita Roja…

Caperucita: ¡¡Muchísimas gracias!!.

Abuelita: ¡¡Le estaremos siempre agradecidas!!.

Leñador: ¡¡Ese malvado Lobo no las volverá a molestar!!.

Narrador: Caperucita Roja prometió no volver a hablar con extraños nunca. Y todos ellos vivieron para siempre felices.






HADAS

Personajes: George Hill, Niña Hada

PRIMERA ESCENA
Aparece en escena la amplia y circular escena de una cocina de los años cincuenta. En ella aparece un hombre de avanzada edad acompañada de una niña de unos seis años vestida de hada.

George: Bueno, y esta es mi magnifica cocina. Mi difunta esposa y yo pusimos todo nuestro empeño en que quedase lo más bonito posible y creo que lo conseguimos. (Se acerca a los aparatos de cocina ) Te voy a preparar un plato de comida que te va a encantar. Me enseño la receta un viejo amigo mío que ahora vive en Francia.

Hada. ¿Quién es esa mujer de la pared? Es muy guapa.

George: Si, sí que lo era. Mi difunta esposa. En esa pintura tendrá unos veinticuatro o veinticinco años más o menos. No lo recuerdo con exactitud. Aquel día estábamos pasando el verano en un chalet de California. Las playas de ese lugar son maravillosas. Una vez nos quedamos viendo una puesta de sol y fue espectacular. Lo más bonito que he hecho en la vida. Aún conservo fotos de aquel día pero ahora mismo no recuerdo donde.

Hada: Esta cocina es bonita. La de la señora Winslow siempre está llena de platos y desordenada. Pero tiene unos calendarios muy bonitos. Salen fotos de diversos países. Del desierto africano, de los campos holandeses, de las cumbres de Los Alpes.

Mientras George prepara la comida:

George: ¿Y cuantas cocinas conoces más? Debes de ser muy popular en el vecindario para que los vecinos te hagan entrar tan fácilmente.

Hada: Las del señor Winslow que tiene unas cortinas decoradas con flores, por ejemplo. Otras eran muy modernas. Tenían los últimos avances. En realidad no son solo las cocinas las partes más bonitas sino todo el resto de las casas. Todas son muy acogedoras y las tratan tan bien que no tiene ni una sola mota de polvo.

George se acerca con la comida a la mesa donde está sentada la niña.

George: Aquí tienes, unas deliciosas alubias. Bien, ahora que tenemos más confianza me vas a contar donde está tu casa, porque ya se está haciendo tarde y tus padres se estarán empezando a preocupar. Que extraño que no reconozca tu cara. Pero soy tantas niñas en este pueblo.

Hada: Pero yo no soy una niña más. Soy diferente. Ya le he dicho que soy una hada pero por mucho que insisto no logro convencerlo.

George: Venga, pequeña, soy demasiado viejo para ese tipo de cosas. Sé que al a señorita Walter le gusta vestir de hadas de vez en cuando a sus alumnas para las representaciones teatrales. Yo las he visto saliendo de clase y todas estaban graciosísimas.

Hada: ¿Lo ve? No me cree. ¿Cómo puedo convencerle?

George: Si fueras un hada no conocerías las casas de los vecinos.

Hada: Ellos no pueden verme pero yo si puedo a ellos. Soy invisible. Estoy proporcionando ayuda a la gente que lo necesita.

George: No es bueno creer en las fantasías, pequeña. Cuando era niño y tenía tu edad creía que era un piloto que combatía contra otras avionetas en una batalla aérea pero solo era real en mi imaginación. Creer la fantasía mas allá no es bueno.

Hada: Creo que la mejor forma de convencerte es mediante mi magia. Te hare un truco. (Saca una varita y una maceta se desliza sola sobre una superficie)

George queda estupefacto.

George: Dios mío, es real. No me lo puedo creer. Y supongo que puedes hacer aún muchas más cosas milagrosas. ¿Quién te ha dado esos poderes? ¿Acaso te los dio Dios?

Hada: Simplemente nací así. No hay un motivo explicable de porque nacimos con magia. Pero ese detalle no nos importa. Lo que realmente nos importa es prestar una ayuda a los humanos necesitados.

George: ¿Puedo coger tu varita? (George la coge y examina de cerca la varita) Parece hecho de un material muy resistente. Seguro que no está fabricado en este mundo. No lo rompería ni un trueno. ¿Y a que personas le estas prestando ayuda?.

Hada: Pues a la señora Robinson a caminar sin necesidad de utilizar un bastón. Y al señor Edgar para que cuando pierda la vista definitivamente se pueda guiar por sí mismo por su casa.

George: Pues les estas prestando un gran servicio. Esas personas están muy necesitadas. Esto es algo realmente nuevo para mí. Jamás pensé que me podía suceder algo igual.

Hada: Pero no solo procuro ayuda a gente en sus casas. También ayudo a los que se han perdido en un bosque o en un barco en mitad del mar. A veces las misiones que realizamos son tan grandes que incluso se necesita a más de una.

George: Ya. Y ya que puedes hacer muchas cosas podrías….¿incluso  convertir a las personas viejas en jóvenes?. Dime, niñita, ¿eres capaz de hacer eso? Yo ya casi no puedo valerme por mi mismo…

Hada: (Se enciende la varita con un resplandor anaranjado) Me tengo que ir. Me necesitan. Por supuesto que puedo. Solo tiene que llamarme. Gracias por esta formidable comida. Tenía usted razón. Está muy bueno. (Señala con un dedo) ¿Esta por ahí la salida?

George: Si, exactamente, por ahí. Todo recto y a la izquierda. Encantado de conocerte y ven a verme cuando quieras.

Cuando el Hada se marcha George se queda pensativo hasta que se pone de pie y se dirige a la salida corriendo avisando a los vecinos.

George: ¡Señora Wallace, señor Johnson¡ ¡He comprobado que existe la magia¡ ¡Parecía mentira pero es verdad¡ ¡Alguien nos podrá curar de nuestras enfermedades futuras o hacernos más jóvenes¡!Señora Wallace, señor Johnson¡…


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