La Santa de Cabora
Allá por 1873, nació en un humilde pueblo de Sinaloa Teresa Urrea, hija ilegítima de una indígena pobre y de un acaudalado hacendado vinculado con la clase política de la región. Naturalmente, la niña fue criada por su madre con todas las carencias inevitables del caso, aunque pronto la situación dio un giro completo cuando la entonces adolescente fue abandonada por su progenitora. Entonces, la pequeña Teresa buscó a su padre, quien no dudó en acogerla y en brindarle protección en la pequeña comunidad de Cabora.
Durante sus paseos por las calles de su nuevo pueblo, Teresa conoció a la curandera del lugar, con quien no tardó en entablar una amistad especial. Efectivamente, la señora percibió cualidades excepcionales en la muchacha, y decidió introducirla en el misterioso mundo de la magia y los hechizos. De tal modo, Teresa se volvió aprendiz de la vieja, a quien acompañaba a visitar a los enfermos de la región.
Fue en una de esas consultas cuando Teresa reveló sus poderes singulares. Mientras curandera y aprendiz atendían a una parturienta al borde de la muerte, de repente, la joven Teresa, en éxtasis, dio un sonoro grito, se lanzó sobre la enferma y ayudó a salir del vientre a la criatura, no sin antes devolverle la salud a la madre. Cuando la muchacha salió del trance, la anciana le refirió lo ocurrido sin poder disimular su asombro.
Tiempo después, Teresa fue víctima de un ataque cataléptico, del cual pudo salir varios días después. Durante dicho estado, el padre de la joven la creyó muerta y organizó los funerales. Pero cuál fue la sorpresa de todos los dolientes cuando, sin previo aviso, la "difunta" se alzó del ataúd, a partir de lo cual comenzó a demostrar sus dones de profecía y sanación.
Efectivamente, luego de la "resurrección" de Teresa, los rumores sobre sus poderes curativos se propagaron rápidamente por todo Sinaloa y estados vecinos.
Primero decenas, luego cientos y, finalmente, miles de devotos de la llamada "Santa de Cabora" arribaban día con día al pequeño poblado, guiados por una inextinguible fe en los prodigios bienhechores de Teresa. De acuerdo con los fieles, la muchacha era capaz de curar de todo y de advertir sobre cualquier peligro a cuanto individuo necesitado se acercara a ella. Mientras, el papá contemplaba resignado a la cotidiana muchedumbre, un tanto escéptico acerca de los milagros de su hija.
Pero no todos pensaban igual en el país. Porfirio Díaz y las autoridades locales comenzaron a juzgar con recelo los dones de Teresa, debido a lo cual la vigilaban con discreción. Pero de la sospecha saltaron a la alarma cuando algunas revueltas de indígenas y obreros empezaron a usar como grito de guerra "¡Viva la Santa de Cabora!". Por ello, don Porfirio decidió arrancar "el mal" de raíz y expulsó del país tanto a la iluminada sinaloense como a su padre.
Allá por 1873, nació en un humilde pueblo de Sinaloa Teresa Urrea, hija ilegítima de una indígena pobre y de un acaudalado hacendado vinculado con la clase política de la región. Naturalmente, la niña fue criada por su madre con todas las carencias inevitables del caso, aunque pronto la situación dio un giro completo cuando la entonces adolescente fue abandonada por su progenitora. Entonces, la pequeña Teresa buscó a su padre, quien no dudó en acogerla y en brindarle protección en la pequeña comunidad de Cabora.
Durante sus paseos por las calles de su nuevo pueblo, Teresa conoció a la curandera del lugar, con quien no tardó en entablar una amistad especial. Efectivamente, la señora percibió cualidades excepcionales en la muchacha, y decidió introducirla en el misterioso mundo de la magia y los hechizos. De tal modo, Teresa se volvió aprendiz de la vieja, a quien acompañaba a visitar a los enfermos de la región.
Fue en una de esas consultas cuando Teresa reveló sus poderes singulares. Mientras curandera y aprendiz atendían a una parturienta al borde de la muerte, de repente, la joven Teresa, en éxtasis, dio un sonoro grito, se lanzó sobre la enferma y ayudó a salir del vientre a la criatura, no sin antes devolverle la salud a la madre. Cuando la muchacha salió del trance, la anciana le refirió lo ocurrido sin poder disimular su asombro.
Tiempo después, Teresa fue víctima de un ataque cataléptico, del cual pudo salir varios días después. Durante dicho estado, el padre de la joven la creyó muerta y organizó los funerales. Pero cuál fue la sorpresa de todos los dolientes cuando, sin previo aviso, la "difunta" se alzó del ataúd, a partir de lo cual comenzó a demostrar sus dones de profecía y sanación.
Efectivamente, luego de la "resurrección" de Teresa, los rumores sobre sus poderes curativos se propagaron rápidamente por todo Sinaloa y estados vecinos.
Primero decenas, luego cientos y, finalmente, miles de devotos de la llamada "Santa de Cabora" arribaban día con día al pequeño poblado, guiados por una inextinguible fe en los prodigios bienhechores de Teresa. De acuerdo con los fieles, la muchacha era capaz de curar de todo y de advertir sobre cualquier peligro a cuanto individuo necesitado se acercara a ella. Mientras, el papá contemplaba resignado a la cotidiana muchedumbre, un tanto escéptico acerca de los milagros de su hija.
Pero no todos pensaban igual en el país. Porfirio Díaz y las autoridades locales comenzaron a juzgar con recelo los dones de Teresa, debido a lo cual la vigilaban con discreción. Pero de la sospecha saltaron a la alarma cuando algunas revueltas de indígenas y obreros empezaron a usar como grito de guerra "¡Viva la Santa de Cabora!". Por ello, don Porfirio decidió arrancar "el mal" de raíz y expulsó del país tanto a la iluminada sinaloense como a su padre.
EL TÚNEL
(Leyenda de El
Fuerte, Sinaloa)
¿Ya vieron la excavación atrás del palacio? –preguntó el Sr.
Ovidio Martínez Briseño, un empleado municipal–. Bueno, es que ahí encontraron
un túnel hace poco, lo encontraron de pura casualidad porque un día que llovió
mucho hubo así como un hundimiento y por eso decidieron investigar los de Obras
Públicas. Como hallaron un tiro profundo, entonces trajeron a los de
Antropología (INAH) y ellos están haciendo la investigación.
..]
Pues la verdad quién sabe. Ya ve que luego la gente platica cosas que
serán ciertas o de su imaginación. Mire, los viejitos todavía cuentan que hace
muchos años se aparecían unas ánimas así como que si salieran de la tierra, y
había gente que escarbaba para ver si sacaban un tesoro, pero nada. Ahora
dicen que esas apariciones son de ánimas de muertos que se quedaron enterrados
adentro del túnel, pero que andan penando porque jamás les dieron cristiana
sepultura –en un panteón debe de ser–. Pero, déjeme decirle, que yo sepa
todavía no han caminado por ese túnel que supuestamente va a El Colome y por
eso no podemos asegurar que haya esqueletos abajo. Leyenda de Homero Adame
encontrada en uno de sus blogs.
Lo que parece que descubrieron los investigadores es que el
túnel ese baja como tiro –ustedes ya lo vieron–, y luego más abajo hay como
socavones de mina que corren a otras partes. Parece que ya caminaron hasta la
iglesia por el túnel que da hacia allá (el Oeste) y luego dicen que ese mismo
túnel sigue para allá (el Este) y llega hasta la capillita de El Colome.
[...] El Colome es un pueblito que no ha crecido, está aquí cerca, como a dos
kilómetros más o menos, y allá todavía quedan las ruinas de la capilla que era
de la Virgen de la Candelaria.
Pues la verdad hay muchas cosas que se platican del túnel,
pero no son cosas de ahora porque la gente de antes siempre decía que aquí
había un túnel que comunicaba a las casas de los ricos con la iglesia. Eso
tiene su lógica porque uno piensa que si antes los nativos eran muy aguerridos,
entonces los ricos tenían que buscar protección y la manera de escapar en caso
de una invasión de los salvajes, ¿no?, y por eso construyeron túneles.
Leyenda Jesus Malverde el "Santo de los Narcos"
Leyenda del Estado de Sinaloa
Malverde era un bandido que
muchos consideran ser un santo pero que la iglesia no reconoce como
tal. Tiene tres capillas en el mundo donde honran su memoria. Una
está en Cali, en Colombia. La otra en Culiacán, en México. Y la tercera, en Los
Ángeles. Es la ruta de la coca. Es el patrón de los narcotraficantes.
La leyenda cuenta
que Jesús Malverde fue un bandido que vivió a finales del XIX en la
sierra de Sinaloa. Su cabeza tenía precio. Un cazador de recompensas le
hirió de bala en una pierna pero Malverde consiguió refugiarse en las montañas.
La herida se gangrenó y, cuando ya no había esperanza de salvar la vida, pidió
a uno de sus compañeros que le entregase al gobernador, cobrase la
recompensa y utilizase después el dinero para ayudar a los pobres.
Tal vez no fue así. Tal vez Jesús
Malverde nunca existió. Pero cada 3 de mayo, el día de este santo
bandolero, la capilla de Culiacán se llena de fieles devotos del Robin Hood
mexicano. Es el patrón de los pobres, de los desesperados. Pero, sobre todo, es
el santo de los narcos, que rezan por su memoria y le encomiendan su
suerte.
La capilla de Malverde en Culiacán,
la primera de las tres, se construyó hace pocas décadas, en el mismo sitio en
que el bandolero había sido ajusticiado, a pocos metros del palacio de Gobierno
del Estado de Sinaloa. Es una construcción caótica y abigarrada,
apenas 100 metros cuadrados de pequeñas salas alrededor del busto de Malverde.
Está lleno de decenas de placas, la mayoría de ellas con faltas de ortografía.
"Gracias por ayudarnos hasta
Arizona", reza una de ellas, que está rodeada de billetes de
cien dólares clavados a la pared con chinchetas a modo de ofrenda.
Entre los nombres que aparecen en las placas agradecidas están los de los
principales narcotraficantes de la zona y es habitual que un día, sin
razón aparente, una banda de narcocorridos se pase un par
de días tocando canciones al busto de Malverde. Suele ser señal de
que han "coronado", de que un gran cargamento de coca ha
pasado la frontera estadounidense.
Entre las placas de agradecimiento
está la de Pedro Pérez, "el Jaguar". Durante años fue el
comandante en jefe de la Policía Ministerial de Culiacán. Hoy está en prisión.
PeroMalverde, o su buena suerte, ya le ha salvado tres veces de morir a tiros.
La última de ellas fue cuando su destino se cruzó con la balacera que inició
una de las guerras más sangrientas de la historia del narcotráfico mexicano.
El día que mataron a Rodolfo Carrillo, "el Jaguar" estaba
allí.
LEYENDA
DEL CHARCO VERDE
El charco verde se localiza en donde principia la Quebrada de El Salto. La leyenda de este "Charco Verde"
se remonta a la época del Porfiriato, época en que por los límites del estado
de Sinaloa y Durango, merodeaban personajes como Heraclio Bernal quien era
conocido como "El rayo de Sinaloa".
Por
el rumbo de Cósala, en el Estado de Sinaloa, un campesino Heraclio Bernal fue acusado injustamente de un delito que no
cometió y por el que fue a prisión. Bernal escapo de tal encierro y se dedicó a
formar gavillas con el fin de cobrarse las injusticias al verse privado de su
libertad. Asaltaba los centros mineros, tanto de Durango como de Sinaloa, así
como las conductas en que los ricos mineros transportaban sus metales preciosos ya fundidos a las grandes
ciudades en las que residían sus propietarios o asociados.
Después
de hacer una de sus visitas a los mineros y hacendados, se disfrazaba de leñero
o de carbonero para así escapar de las persecuciones
que las acordadas organizaban en su contra.
Bernal
ingresó por la comunidad de Chavarría, donde principiaba la hacienda de El Salto. Ya cerca del casco de la hacienda, fue avisado por sus vigías que los guardias de las
haciendas mineras del Estado de Sinaloa le darían alcance en una jornada más.
Bernal sopesó la situación y se vio en la necesidad de enviar a sus hombres de
confianza a esconder el cargamento.
Los hombres de Bernal informaron a este que debajo de la casa grande de El
Salto se encontraba un gran charco sobre la quebrada y que a pesar de ser
tiempo de secas, no se le veía el fondo. Además contaba con la ventaja de que
la hacienda se encontraba sola. Bernal se puso a pensar en las desventajas de
la situación y vio que con las doce mulas cargadas de barras de oro y plata no
podía huir, ordenó a sus compañeros arrojar las barras de los preciados metales al "Charco Verde",
que como se mencionó anteriormente, ya tenían localizado.
Se
calcula que cada mula traía dos barras con un peso de 32 a 35 kilogramos cada
una, las cuales se dice Bernal ordeno arrojar a ese lugar. Una vez liberadas
las mulas de su preciosa carga, el bandolero pudo escapar de sus perseguidores,
pensando en volver a rescatarlas, cosa que nunca logro porque tras varias
persecuciones y escaramuzas, nunca pudo regresar por
ese cargamento, el que sin duda,
aún se encuentra en el fondo del "Charco Verde".
Se
ha corrido la voz de que un grupo de personas de El Salto quisieron
desaguar el charco al meter motobombas y desviar el agua para sacar el valioso cargamento y según se dice nunca pudieron sacar
el agua. Tal parece que "El Charco" reclama para sí el tesoro.
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